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El cierre de Azucarera, de La Bañeza, ha despertado una oleada de indignación entre los trabajadores, que se concentraron este miércoles 4 de junio a las puertas de la fábrica.
La movilización, acompañada por familiares y vecinos, arrancó entre pancartas, rostros de decepción y petardos que marcaron el inicio de una lucha que no piensan abandonar.
La protesta se mantendrá cada mañana con concentraciones de 15 minutos mientras avanza el proceso negociador. Más allá de una planta industrial, los trabajadores defienden una forma de vida. «Esto no es solo trabajo, es familia, es historia, es futuro», repiten una y otra vez.
Sergio Salgado, empleado desde hace seis años y cuarta generación de azucareros, lo resume con emoción: «Esto ha sido un jarro de agua fría muy grande. No lo esperábamos».
El joven agricultor insiste en que nadie de la comarca comprende la decisión de la empresa de cerrar la planta de La Bañeza: «No entendemos por qué nos toca a nosotros cerrar si somos la fábrica con más remolacha».
La noticia llegó sin previo aviso. La mayoría confiaba en algún tipo de reestructuración interna, pero no en el cierre completo. «Pensábamos que sería algún ajuste, no una clausura. Aquí hay remolacha, hay empleo, hay gente que vive de esto», insiste Sergio.
Para muchos, esta decisión empresarial puede marcar el declive definitivo de la comarca. «Esto afecta a agricultores, transportistas, electricistas, restaurantes… no solo a los cien trabajadores», explica Javier González, contratado hace poco más de un año. Y la pregunta ahora es compleja de responder: «¿Nos van a recolocar a 800 kilómetros?». González tiene claro que esa opción no es viable para las más de 150 familias afincadas en la zona: «Eso no es una recolocación, es una invitación a marcharte».
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González señala que, aunque los trabajadores quieren luchar, la sensación de abandono por parte de los políticos es generalizada. «No confiamos en nadie ya. Si la empresa dice que es irrevocable y los políticos no hacen nada, esto se acaba».
Gonzalo de Paz, con más de una década en la fábrica, apunta a otro problema: la falta total de opciones laborales en la zona. «Aquí no hay industria. Si te quedas sin trabajo, o cambias de sector… o te vas»
Vecino de un pueblo cercano a Benavente, llegó a La Bañeza para hacer prácticas y se quedó por el ambiente y la estabilidad que ofrecía la fábrica. Hoy, como muchos de sus compañeros, teme quedarse en el aire. «Hay gente joven que tendrá que marcharse, y gente mayor que no podrá trabajar más. ¿Qué futuro le queda a esta zona sin empleo ni industria?»«.
El alcalde de La Bañeza, Javier Carrera, ha calificado la situación como «un abandono total a la España vaciada» y ha pedido al Gobierno central y a la Junta de Castilla y León que actúen urgentemente.
Los sindicatos, por su parte, anuncian nuevas movilizaciones en los próximos días y una exigencia clara: transformar el ERE anunciado en un ERTE y garantizar la viabilidad de la planta.
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Mientras tanto, el ambiente entre la plantilla se mueve entre la tristeza, la rabia y la incertidumbre. Pero, como dice Sergio Salgado, aún queda una «chispa» de esperanza
La organización agraria Asaja de León hace un llamamiento a sus socios, y en particular a los que son o han sido cultivadores de remolacha, para que participen en la concentración que se llevará a cabo mañana, a las 20 horas, en la Plaza Mayor de La Bañeza contra el cierre de la fábrica de Azucarera y en defensa del sector.
Asaja considera que toda la sociedad leonesa, y entre ella el mundo del campo, tiene que alzar la voz contra esta decisión de la empresa propietaria y a la vez exigir una opción de siembra para los agricultores que permita la rentabilidad de las explotaciones.
El sector agrario, señalan en un comunicado, es un damnificado de la política de la compañía, que ha llevado a una reducción del 40 por ciento en las siembras de remolacha en la provincia de León con respecto a la campaña anterior. Para los que han sembrado remolacha, añaden, los contratos son claramente a pérdidas y la escasa rentabilidad, cuando existe, proviene de la ayuda asociada al cultivo de fondos de la PAC (Política Agraria Común).
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